Confesión.
Marisa: Era una tarde calurosa, estaba sentada en la reposera del patio viejo de casa. Debajo de la parra para que no me diera tanto el sol. Me seca la piel el sol. (Pausa) Que verano terrible. (Silencio, se obnubila) El ya vino desorbitado, había tomado me parece porque no me miraba a los ojos y cuando hace eso es porque tomó o se mando alguna cagada. Le dije Juan vení, sentate conmigo, hagamos unos mates. Ni me hablaba, nada. Se fue para adentro y sentí que cerraba la puerta de la pieza, fuerte la cerraba. Era bruto a veces, conmigo también para qué negarlo, pero yo no lo maté, no es que no lo haya pensado. No pude, ni amarlo pude. Había aprendido a morir de a poco con el hijo que no llegó a ser sino sangre que salía de mi cuerpo. Entonces ni fuerza de matarlo tenía. (Pausa) Un rato después cuando iba al baño siento unos susurros y un llorisqueo detrás de la puerta de la habitación, tenía miedo. Siempre tuve miedo a sus verdades, de ser cómplice de sus macanas. Y ahí cuando tiro de la cadena escucho el disparo. Él hace rato que tenía un arma en casa, debajo de la almohada. Siempre le decía: Un peligro, es un peligro debajo de la almohada Juan, te podés terminar matando. Por eso no me gusta hablar, porque se cumple lo que digo. (Silencio, se obnubila) Cuando abrí la puerta agonizaba, corrí, traje toallas, ni teléfono tenemos, así que salí a la calle y la busqué a Silvina para que llamara a una ambulancia.
Yo no lo maté, no es que no lo haya pensado, ni fuerza tenía. Y cuando volví a tranquilizarlo no me contestaba. Los doctores dicen que murió enseguida. Bueno, eso dicen ellos.
Que verano terrible.
2 comentarios:
Muy bueno. Me encanta el tono cotidiano con el que se cuenta la muerte.
Tiene una cosa muy dramatúrgica también. Huele a confesión de una obra cortita. Trataba de imaginármelo. O será que me condicionó el ambiente con el que me encontré por aquí adentro. Saludos!
Gracias!!! El teatro está dentro mío, no me lo puedo sacar tan fácil je
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