Niña: Estaba jugando en la plaza y me llevé a la Catalina. Siempre vamos a la plaza los domingos luego de la siesta. Nos gusta correr y saltar, hasta nos subimos al tobogán juntas. Es chiquita la Catalina. Me sigue a todos lados, a veces se esconde debajo de mi cama y no sale más, la tengo que retar, no me obedece. La saco de las orejas y le digo Cata, portate bien, no te escapes. Y hoy, en la plaza, mientras mamá conversaba con Sonia, la chica que tiene otro hijito pero que no tiene perro, la catalina se me soltó de la correa y salió corriendo tan rápido, tan rápido que no podía alcanzarla, mamá también la corría. Yo no quería soltarla, ella se escapó, yo siempre le decía, portate bien catalina, no te escapes, que después me pegan a mi. Y yo ya estaba corriendola hasta la calle, y mi mamá me alcanzó y me agarró del brazo fuerte, para que no la siguiera porque venían muchos autos. Pobre Catalina, quedó aplastada en el asfalto, mi mamá lloraba y me decía ahora como le decimos a papá, como le decimos. Y yo también lloraba, pero más por papá y mamá que por la Cata, que seguro está en el cielo de los perros. Pero yo no la solté queriendo. Se me escapó, ella siempre se escapaba.
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